Gallur Alagón
21,7 Kms
Aragón…
Entramos en estas agraciadas tierras aragonesas, bañadas por el río Ebro y de larga historia viajera: este curso fluvial las une al mar Mediterráneo y ha sido vía de comunicación de culturas milenarias. La cultura norteafricana y la huella del Islam en tierras peninsulares se manifiesta en la arquitectura y en las tradiciones populares. El peregrino va a constatarlo al pasar por sus ciudades.
Llegados a Zaragoza, se nos muestran las raíces cristianas de una España vinculada a la antigua tradición de la venida a España del apóstol Santiago. La Virgen del Pilar, en su santuario, velará por quienes siguen el buen Camino de san Ignacio, así como ayudó al Santiago el Mayor en su empresa evangelizadora por la Península. La ciudad de Zaragoza merece una atención especial y es sensato programar una parada un poco larga, y más pensando que de la bondad de las tierras del Ebro pasaremos a la dureza del “desierto” de Los Monegros.
El “cierzo”, un fuerte viento característico del valle del Ebro, del que se habla ya en los días del imperio romano, puede soplar con ráfagas de hasta 100 km por hora en invierno y primavera. Los agricultores levantan barreras para proteger los cultivos de la erosión eólica.
Los Monegros, la región alrededor de Bujaraloz, nos recuerdan algunas zonas desérticas del sur de España o del norte de África. El enebro, arbusto de hojas y tronco oscuro, dio su nombre a esta región (“Montes negros”), que alcanza hasta la orilla del río Cinca. Los modernos canales de riego han permitido la transformación de grandes extensiones de esta comarca en tierras agrícolas cultivables pero, en su mayor parte, esta tierra es extraordinariamente seca y calurosa en verano. Cuenta con muy pocos albergues y tiendas donde pueda cobijarse o aprovisionarse el peregrino.
Sencillamente, es una zona muy dura para el caminante a causa de la distancia de las etapas, del calor y la posible deshidratación. Un peregrino prudente no debe subestimar este ambiente inhóspito. Hay que llevar agua suficiente, no andar o trasladarse a las horas de más calor. Si peregrina en los meses de verano, considere si es mejor tomar el autobús desde Zaragoza o desde Pina de Ebro a Fraga (estación de autobuses Intermodal, Tel: 902 490 690). Pero si su deseo es hacer la experiencia completa de la peregrinación, ¡no debería omitir este tramo del Camino Ignaciano!
Cuándo las situaciones parecen más desesperadas, más debemos esperar en Dios. Cuando la ayuda del hombre falla, Dios está cerca.
Nos ponemos en camino por el parque de Pignatelli, junto al canal. De ahí cogemos la calle del Camino Real, en homenaje al antiguo Camino Real que San Ignacio recorrió en su día; hoy es la carretera VP-24, más ancha y asfaltada.
Sin dejar la línea recta de nuestro camino, llegaremos a Luceni, después de habernos encontrado la rotonda de la carretera que lleva a Boquineni.
Entramos por la calle de Ramón y Cajal, por la que atravesamos sin pérdida todo el pueblo. En un momento dejaremos a la izquierda la plaza del pueblo, con bancos y plátanos. Nosotros seguimos recto. A la salida del pueblo se encuentra un desvío que nos llevaría a Pedrola. Con alguna probabilidad aquí se situaría el punto en el que la mula de Ignacio decide seguir por el Camino Real y no seguir el camino del musulmán que había discutido con Ignacio. Estamos en la calle de Daoiz y Velarde, enfrente de la casa número 37. Nosotros seguimos siempre recto nuestro camino, siguiendo el relato de la Autobiografía. Tras unos kilómetros, el Ebro se nos acerca en un meandro para anunciarnos que ya estamos en el pueblo de Alcalá de Ebro. Giramos a la izquierda para ir directos al Ayuntamiento y la calle de Cervantes, donde empieza el camino hacia Cabañas de Ebro.
En este pueblo merece la pena echar un vistazo a la Iglesia y al monumento a Sancho Panza, figura relevante aquí puesto que estamos en la Ínsula de Barataria, descrita en El Quijote. Realmente no es una isla pero, en tiempos de crecidas del Ebro, quedaba aislada. La estatua se encuentra detrás de la iglesia. Salimos por la calle Cervantes y, a unos 500 metros después de salir del pueblo, nuestro camino se encuentra con una bifurcación. Cogemos el de la izquierda, el camino de Cabañas, que se hace camino más desdibujado al cabo de algo más de un kilómetro y que poco a poco nos acerca de nuevo al río Ebro.
Seguimos recto, con el Ebro a nuestra izquierda a lo largo de un kilómetro, hasta llegar a Cabañas de Ebro. Entramos por la izquierda hasta la iglesia. Atravesamos el pueblo, salimos por la calle Mayor y tomamos la carretera CV-411, que en 1,5 km nos lleva a la carretera CV-911, que tomamos a la izquierda. Esta carretera tiene bastante tráfico y hay que ir con cuidado. Tras 1,5 km nos encontramos con un túnel a la derecha que cruza la autopista AP-68 por debajo. Lo tomamos y enseguida pasamos también por debajo de la vía del tren en otro túnel. El camino nos lleva directos a Alagón. Si cruzamos la carretera y seguimos en línea recta, la Avenida de la Portalada nos lleva al centro del pueblo.
ALAGÓN
Ayuntamiento Tel.: 976 610 300.
Hostal Baraka . , San Pedro, 13. Tel.: 976 616 011
Hotel Los Ángeles . , Plaza Alhóndiga, 4. Tel.: 976 611 340.
Pensión Jarea . Méndez Núñez 45, Tel.: 629 489 776
Pensión Mª Carmen, . Portillo 3 2ª Derecha, Tel.: 670 762 554
CABAÑAS DE EBRO
Ayuntamiento . Tel.: 976 611 086.
Casa Rural Guadalupe . (capacidad 24 personas) Callizo de la Jota, 3. Tel.: 637 524 363.
Hostal Cubero . Av. Alagón 23, Tel: 976 611 720
GALLUR
Taxi Zueco . Tel: 976 857 318
LUCENI
Ayuntamiento . Tel.: 976 652 003.
Hotel La Imperial** . Ctra. Logroño, km 37. Tel.: 976 652 111.
Pensión Alejandro . , Calle del Horno 1, Tel.: 679 441 838
LUCENI: Con seguridad el nombre del pueblo, de unos 1000 habitantes, está vinculado con la presencia romana (Lucius) y la vía de transporte que unía el norte de la Península con el Mediterráneo. En excavaciones arqueológicas del asiento primitivo del pueblo se han encontrado monedas y medallas del emperador Antonio Pío (siglo II d.c.), así como monedas visigóticas de los reinados de Wamba y de Witiza (siglos VII y VIII). Su iglesia, dedicada a la Virgen de la Candelaria, es del siglo XIII. Probablemente nos encontremos a la salida de este pueblo el lugar posible en el que podríamos situar la anécdota que Ignacio relata en su Autobiografía, que recuerda cuando tuvo que decidir sobre la vida o la muerte de un musulmán con quien había tenido una discusión. Quiso Dios orientar a Ignacio de forma que fuese la Vida la que saliese ganando. Luceni tiene taller de bicicletas, restaurantes, farmacias, centro de salud, supermercados y bancos. Por desgracia hace ya algunos años que el agua de las fuentes en Luceni no es potable, debido a la presencia de contaminantes de las granjas cercanas.
ALCALÁ DE EBRO: Las ruinas de un castillo dan una indicación del origen del nombre, que viene del árabe Al-calat, El Castillo. En la impresionante iglesia barroca de la Santísima Trinidad (s.XVII) hay un cuadro dedicado a San Francisco de Borja, tercer General de la Compañía de Jesús. Hay dos fotografías obligadas: una con el río Ebro y otra con la estatua de “Sancho Panza”, en la calle detrás de la iglesia. Con sus trescientos habitantes, tiene un restaurante, farmacia, centro de salud, supermercado y banco.
CABAÑAS DE EBRO: Pequeña población de 500 habitantes.
ALAGÓN: Pueblo situado en la desembocadura del río Jalón en el río Ebro, tiene su origen en la ciudad ibérica de Alaun, la más oriental de las ciudades vasconas, en la que se acuñó moneda con inscripciones en alfabeto íbero. Fue conquistada por el Islam en el 714. De su periodo musulmán posee una impresionante obra mudéjar en su iglesia de San Pedro Apóstol. Toda la iglesia, situada en el emplazamiento de la antigua mezquita, es digna de ser visitada, así como su retablo mayor (s. XVI). En la zona antigua del pueblo se encuentra un antiguo colegio de la Compañía de Jesús, al lado de la iglesia de San Antonio de Padua. Ofrece restaurantes, farmacias, centro de salud, supermercados y bancos. El contacto de la oficina de turismo es el tel. 976 611 814.
Anotaciones: Seguimos caminando con Jesús, para verle más claramente, amarle más profundamente y seguirle con más cercanía. No olvidemos la “oración preparatoria”, siempre antes de ponernos en oración y también a lo largo del día. A partir de hoy, el coloquio final se hace cada vez más importante: vamos entrando en ese conocimiento interno de Jesús que ha de dar fuerza a nuestro compromiso de vida. Esto se discute con nuestro “amigo” en el coloquio al final de la oración y durante el día.
Petición: Rogaré al Padre por tres cosas que necesito y sólo Él puede conceder: un conocimiento más íntimo de Jesús, que se ha convertido en uno de nosotros; una experiencia más personal de su amor por mí para que le ame más tiernamente; y una más estrecha unión con Jesús en su misión de llevar la salvación a la humanidad.
Reflexiones: Jesús como una persona que sanaba a la gente podría ser la imagen más destacada de la vida pública de Jesús. El ministerio de sanación de Jesús es también un ministerio de salvación. Jesús sana a los cuerpos, los espíritus, y las relaciones rotas con Dios y con los demás a través del perdón. Jesús le dice a un paralítico que se levante y camine, da un masaje de lodo sobre los ojos de un ciego. Su preocupación no es sólo recuperar la rama seca o el órgano que no funciona. Es también que aquel a quien Él sana pueda apartarse del pecado y creer en Él. Sabemos de su compasión maravillosa, de su disposición a entablar contacto con los parias y los intocables de la sociedad antigua. Utilicemos la práctica ignaciana de la contemplación, es decir, imaginar una o varias de estas escenas del ministerio de Jesús, e imaginarnos en la escena, tal vez como compañero de viaje con Jesús, o tal vez soy yo a quien llevan a Jesús – ¿qué es lo que quiere hacer Jesús para sanarme? Al entrar en estos misterios en nuestra peregrinación, nos presentamos a Jesús con una necesidad de curación en el cuerpo, mente y espíritu. Seguir pidiendo la gracia de este día.
Textos:
Lucas 18: 35-43. “Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!”
Juan 5:1-9. La pregunta de Jesús a un hombre enfermo y lisiado se dirige también a mí en la contemplación: “¿Quieres ser sanado?.” Muestro al Señor mi necesidad de curación: mi pequeñez, mi orgullo, mi ambición, mi necesidad de seguridad y control, mi auto-engaño. “Sí, Señor, quiero ser curado.”
Lucas 8:40-56. Pido a Jesús que venga a mi casa. Me esfuerzo por tocar el borde de su manto.
Coloquio final: Hacer un resumen de lo meditado en el rato de oración, hablando con Jesús como un amigo lo hace con otro. Sincerarse con él sobre los puntos hallados en este rato de camino hecho. Si así lo sentimos, podemos pedir a Jesús el ser aceptados bajo su bandera y convertirnos en un sanador como Él. Acabar con el Padre Nuestro.
En esta etapa de su peregrinación, el todavía “muy caballero” Ignacio tiene un encuentro que podría haber cambiado nuevamente el rumbo de su vida. Dios estuvo al quite, para enseñar a Ignacio el valor de la prudencia y del control de sus propios impulsos, incluso si es por una “buena causa”:
«15. Pues yendo por su camino le alcanzó un moro, caballero en su mulo; y yendo hablando los dos, vinieron a hablar en nuestra Señora; y el moro decía, que bien le parecía a él la Virgen haber concebido sin hombre; mas el parir, quedando virgen, no lo podía creer, dando para esto las causas naturales que a él se le ofrecían. La cual opinión, por muchas razones que le dió el peregrino, no pudo deshacer. Y así el moro se adelantó con tanta priesa, que le perdió de vista, quedando pensando en lo que había pasado con el moro. Y en esto le vinieron unas mociones, que hacían en su ánima descontentamiento, pareciéndole que no había hecho su deber, y también le causan indignación contra el moro, pareciéndole que había hecho mal en consentir que un moro dijese tales cosas de nuestra Señora, y que era obligado volver por su honra. Y así le venían deseos de ir a buscar el moro y darle de puñaladas por lo que había dicho; y perseverando mucho en el combate destos deseos, a la fin quedó dubio, sin saber lo que era obligado a hacer. El moro, que se había adelantado, le había dicho que se iba a un lugar, que estaba un poco adelante en su mismo camino, muy junto del camino real, mas no que pasase el camino real por el lugar.
16. Y así después de cansado de examinar lo que sería bueno hacer, no hallando cosa cierta a que se determinase, se determinó en esto, scilicet, de dejar ir a la mula con la rienda suelta hasta al lugar donde se dividían los caminos; y que si la mula fuese por el camino de la villa, él buscaría el moro y le daría de puñaladas; y si no fuese hacia la villa, sino por el camino real, dejarlo quedar. Y haciéndolo así como pensó, quiso nuestro Señor que, aunque la villa estaba poco más de treinta o cuarenta pasos, y el camino que a ella iba era muy ancho y muy bueno, la mula tomó el camino real, y dejó el de la villa.»
Recogemos una interpretación que José Luis Martín Vigil hace de este hecho que nos parece muy ilustradora de los sentimientos de Ignacio de Loyola en esta etapa de su Camino:
«Acaeció que, yendo yo [Ignacio] a lo mío, acertó a alcanzarme un moro con muchas ganas de palique, lo que no me disgustó, que ser cortés es menester de bien nacido. Hablamos, pues, no sé de qué, hasta que preguntándome el objeto de mi viaje, declaréle cómo iba al santuario, porque no me pareció que él entendiese mi propósito de llegar a Tierra Santa. Y de esa guisa, surgió hablar de la Virgen, extendiéndome yo con el entusiasmo que se supone en el converso. Oíame el moro complaciente y hasta se mostró respetuoso y razonable, ya que no hacía ascos a la virginidad de nuestra Señora antes del parto, lo que en un moro dice mucho; mas no le cabía en la cabeza la virginidad después del parto, dándole yo razones y él negándose a aceptarlas, sin venir a un acuerdo sobre ello. Hablamos mucho inútilmente y al fin él adelantóse, manifestando que se dirigía a Pedrola, villa morisca, hacia la que salía una desviación algunas leguas más allá. Quedéme yo meditabundo y contristado por no parecerme que había actuado rectamente con el moro y por si le había consentido hablar más de la cuenta sobre la Virgen, ofendiéndola. ¿Obrara yo bien al permitirlo? Se me ha de juzgar conforme al tiempo en que viví. Martín Lucero, que no fue hombre de espada, sino un teólogo competente, por más que equivocado, diría, veinte años más tarde, que era lícito apuñalar a un judío si se le oía blasfemar, y confesaba que él mismo “le daría de grado un bofetón y lo traspasaría con su espada si pudiese, porque si es lícito matar a un ladrón, mucho más a un blasfemo”, y más de dos siglos antes un Rey de Francia que fue santo les decía a sus caballeros: “Los legos, cuando oyen maldecir de la fe cristiana, no deben defenderla con palabras, sino con la espada, metiéndosela al infiel en el vientre tanto cuanto pueda entrar.” ¿Ha de sorprender, pues, que el peregrino cohibiera pensamientos de muerte, estando en juego el honor de su Señora? Viniéronme deseos vehementes de ir a buscar al moro para coserlo a puñaladas, dudando, a pesar de todo, sobre lo que era obligado hacer. Y así determiné de soltar la rienda de mi cabalgadura, de modo que, llegados a la confluencia de caminos, si tomaba hacia Pedrola, yo buscaría al moro para matarle; mas si seguía por el camino real, lo dejaría quedar, como así fue, recobrando yo la paz. Fue de esa guisa como el moro nunca supo lo cerca que estuvo de morir aquella tarde, pues plugo a Dios que restara vivo, a pesar de su obcecación en negar el parto virginal de su Madre, nuestra Señora.»
(cf. José Luis Martín Vigil, Yo, Ignacio de Loyola, ed. Planeta, pág. 64).
Dios salvó a aquel viajero musulmán y también salvo a Ignacio de Loyola de cometer una acción que habría podido traer graves consecuencias. Dios está presente en nuestra historia y se manifiesta de múltiples formas. Podemos descubrir la Mano de Dios en las cosas más sencillas y en los sucesos más humildes, como dejar que la mula tome la decisión sobre qué camino tomar. Vivir discerniendo nuestros actos desde la luz del corazón abierto a Dios, nos convierte en “agentes de vida” y no de muerte.
Bicicletas fácil
aunque hay un tramo de la carretera CV-911 que tiene bastante tráfico y hay que ir con cuidado.
Gallur: Km 0.
Luceni: Km 8,2.
Alcalá de Ebro: Km 12,5.
Cabañas de Ebro: Km 16,5.
Alagón: Km 21,7.
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