Bicicletas: Dificultad media, dado que hay que salvar desniveles, pero casi siempre por caminos de tierra o asfaltados. En la última subida a Collserola, no se puede subir por el sendero de montaña, así que habrá que bajar a la carretera por el camino de la izquierda y luego tomar a la derecha la carretera de Cerdanyola a Barcelona.

Encaramos la última de las etapas antes de alcanzar el Mediterráneo. El camino saliendo de Terrassa está sembrado de barrios que suben por la ladera de las colinas que rodean la ciudad. Es relativamente agradable, porque ofrece calles asfaltadas y la sombra de los árboles. Acabadas las casas, entramos en una zona boscosa, entre zona residencial y zona rural, que nos va conduciendo por caminos de tierra hasta la ciudad de Sant Cugat, donde nos pararemos para contemplar su precioso monasterio. Salimos de Sant Cugat con la mirada puesta en la sierra de Collserola, el último obstáculo que hemos de subir antes de llegar a la ciudad de Barcelona. Probablemente Íñigo tomaría la ruta que rodea la montaña y que entra a Barcelona por el lado del río Besós. Para nosotros esa es una ruta completamente cerrada por la enorme cantidad de vías y autopistas, que hoy entran en la ciudad. En cambio, nosotros nos sumergimos de nuevo en la naturaleza para, subiendo bajo la frondosa vegetación de este pulmón de la ciudad que es la montaña del Tibidabo, entrar en Barcelona desde lo alto de la montaña. Así contemplamos toda la extensión de la ciudad, bañada de punta a punta por las aguas del Mediterráneo, que se aleja en el horizonte azul, entre cielo y mar.

Salimos de Terrassa. A partir de la Catedral, buscamos la calle de la Rutlla y bajamos todo recto por la misma calle, que cambia el nombre a calle del Pare Font, hasta llegar a la carretera de Rubí, que vamos a tomar a nuestra derecha para pasar por debajo el puente de la carretera N-150. Llegamos a una rotonda y la cruzamos para ir al otro lado de la carretera BP-1503, que cruzamos para ir a encontrar un camino de tierra que nos lleva hacia las huertas del arroyo del Palau. Seguimos siempre recto por el mismo camino, pasando por debajo del puente de la carretera C-58 y después junto a las fábricas de un área industrial. A mitad de la zona industrial, cruzamos el puente a nuestra derecha y giramos a la izquierda para tomar el Camino Real que va de Terrassa a Rubí. Caminamos con el arroyo a nuestra izquierda y pasamos por debajo de otro puente. Nos acercamos a la estación de tren de Les Fonts y el camino llega a otro puente, que nos sirve para pasar sobre la riera y pasar junto a un edificio en forma de castillo. Seguimos recto por esa calle, para ir a cruzar la carretera BP-1503, junto al Club de Tenis Les Fonts.

Una vez cruzada la carretera, subimos por el aparcamiento hasta la calle de la Virgen de Fátima y, en la rotonda, cogemos la primera calle a la derecha, la calle camino de Can Corbera. Hemos de estar atentos porque al llegar al Carrer Rossinyol, entre unas casas, hemos de tomar un camino a nuestra izquierda.  El camino baja entre los pinos y nos lleva al torrente de Can Corbera. Giramos a la derecha y empezamos la subida por un camino ancho de tierra. Siempre por el mismo camino hasta llegar a un cruce de caminos: tomamos el de nuestra izquierda y mantenemos el nivel de altura. Un camino se junta por la izquierda, pero nosotros seguimos por el mismo que caminamos, que es el Camino de los Monjes, que conecta el monasterio de Sant Llorenç de Munt con el de Sant Cugat. Nos mantenemos siempre en el camino principal, descartando otros secundarios que bajan por un lado y otro. Por fin nos encontramos con la carretera C-1413ª: no tiene mucho tráfico, pero hay que ir con cuidado porque es una curva con poca visibilidad. Seguimos recto y subiendo por el Camino de los Monjes. Dejamos atrás las casas de Can Barata y en 600 m hemos de girar 90 grados a nuestra derecha, continuando por el Camino de los Monjes. Seguimos por este camino, en dirección al Club de Aeromodelismo de Sant Cugat: se ve la pista de aterrizaje de los aviones a nuestra derecha. Poco después llegamos a una calle asfaltada, junto al Colegio Japonés de Barcelona, y seguimos recto de frente por el Camino de Can Graells, pasando por la entrada de la fábrica de HP y llegando a una gran rotonda, junto a la autopista AP-7.

Cruzamos la rotonda y cruzamos el puente sobre la autopista. Cruzamos la siguiente rotonda y nos mantenemos en la misma Avenida de la Clota durante unos 700 m. Al llegar a una pequeña rotonda, tomamos la primera avenida a nuestra izquierda para pasar por encima del túnel junto al parque y entrar en la Avenida de Graells. Cuando llegamos a la Avenida de Rius i Taulet, giramos a la izquierda y la seguimos cruzando las vías del tren y bajando hacia el centro de la ciudad. Al llegar a la Plaza Quatre Cantons, giramos a la izquierda para tomar la calle de Santiago Rusiñol que nos lleva directos a la plaza y al Monasterio de Sant Cugat. Aquí es importante hacer una parada y entrar en la magnífica iglesia o bien descansar en sus jardines.

Seguimos nuestro camino hacia Barcelona. Salimos de la plaza, junto al lateral del muro del monasterio, hasta llegar al Passeig de Francesc Macià, que tomamos a la derecha para descender hacia la Rambla del Celler. Giramos a la izquierda por esta Rambla del Celler y en 400 m giramos a la derecha por el Passeig de Domènech i Montaner. Llegamos a la Avenida del Pla del Vinyet y giramos a la izquierda. Pasamos frente al Casal Arrupe, alojamiento que pertenece a los Jesuitas, y de la European International School, y llegamos a una rotonda que marca el final de la ciudad. Bajamos por el camino de tierra en dirección al Pi d’en Xandri. El camino es ancho y muy transitado por ciclistas y caminantes. Pasamos junto al gran pino d’en Xandri y seguimos en dirección a la ermita de Sant Medir. El camino pasa junto a campos y zonas arboladas. Llegamos al restaurante Can Borrell y pasamos por detrás de las casas, para seguir en dirección a Sant Medir. 2 km más adelante llegamos a la ermita y empezamos 3 km de fuerte subida hasta la cima de la Sierra de Collserola. Primero es camino de tierra, por la Pista Forestal B10, luego por la calle de l’Enfiladissa y después por la calle Saüc. Después de una curva muy cerrada, la calle Saüc acaba y empiezan dos carreteras de tierra que se separan a ambos lados de la montaña: nosotros no tomamos ninguna y entramos recto en un sendero de montaña, justo entre las dos carreteras, subiendo por la montaña, entre los árboles, y marcado por un cartel que prohíbe el paso de bicicletas. Siguiendo por ese sendero, llegamos al punto más alto y poco después de iniciar la bajada, vemos la ciudad de Barcelona.

Bajamos hasta llegar al camino de tierra, que tomamos a la izquierda, por unos 300 m, y luego salimos del camino para tomar otro que desciende hacia la ciudad a nuestra derecha. En 200 m tomamos un camino de tierra a nuestra derecha que nos lleva hacia una torre de electricidad. Seguimos, pasando otra torre de electricidad y ya bajamos directos por un sendero mal trazado, que nos lleva a un camino que conduce a un edificio con un muro de protección bastante alto. Por esa calle, descendemos hacia Barcelona, llegando a las instalaciones deportivas del Velódromo de Horta. Llegados al Velódromo, lo rodeamos por nuestra derecha y bajamos por los jardines hacia la carretera Ronda de Dalt. Cuando llegamos a la carretera, giramos a nuestra derecha y en 100 m está la entrada del metro de Barcelona, línea 3, parada Mundet. El peregrino puede seguir caminando otros 9 km por la ciudad de Barcelona hasta llegar al centro, pero tal vez, después de todo, el metro es una ayuda a no desestimar. La parada del centro de la ciudad de la línea 3 es Plaza Cataluña. Y con esto, llegamos al final de esta última etapa.

SANT CUGAT DEL VALLÉS

Hotel Venture Sant Cugat, Carrer de Vic, 19. Tel: 935 890 605

B&B Inés, Carrer Mercè Capsir, 6. Tel: 606 700 501

Qgat Restaurant, Events & Hotel, Av. de la Via Augusta, 51. Tel: 935 441 922

Ayuntamiento de Sant Cugat del Vallés. Tel: 935 657 000

TAXIS:

SANT CUGAT DEL VALLÉS

Taxi Sant Cugat. Tel: 935 894 422

Area Taxi. Tel: 666 763 111

SANT CUGAT DEL VALLÉS

Esta ciudad de 91.000 habitantes fue fundada por los romanos, creando una fortaleza en el cruce de la vía Augusta (de los Pirineos hasta Cádiz) con la vía de Egara (Terrassa) a Barcino (Barcelona). Según la tradición, fue en esta fortificación romana en la que Sant Cugat (San Cucufato) murió mártir el 313. Poco después se edificó una pequeña iglesia para que los fieles viniesen a rendir culto a los mártires. En 785 se funda la primera comunidad de monjes benedictinos. Los siglos X y XI el monasterio se engrandeció adquiriendo muchas propiedades, guiados por el abad Odón, que se comportó como un auténtico señor feudal. El monasterio se hizo más poderoso en el siglo XII al adquirir en propiedad otros monasterios, como el de Santa Cecilia de Montserrat, pudiendo disponer de sus haciendas para uso común. La nueva iglesia se construyó en el siglo XIII y XIV en estilo gótico. A finales del siglo XIV empieza la decadencia del monasterio: el excesivo poder y riqueza había creado enemigos y controversias, conflictos de poder provocan que los monjes pierdan su independencia y sin capacidad real de gestión, pierden su influencia. Cuando Íñigo pasó por aquí en 1523 aún era un monasterio importante, pero totalmente controlado por el rey. La Ley Mendizabal de 1836, obligando a los monjes a abandonar sus propiedades, acabó con la vida monástica. El edificio fue saqueado, usado como almacén, como cuartel militar, como escuela… Después de la Guerra Civil se reconstruyó la iglesia y ahora es iglesia parroquial. Cuando entramos en la iglesia, la percepción de grandeza nos inunda: aunque hoy la ornamentación es muy sencilla, el peregrino no deja de percibir la vivencia espiritual que ha existido e impregnado las paredes de este lugar durante muchos siglos.

En la ciudad los jesuitas están presentes en el Casal Borja, antigua facultad de Filosofía y Teología. En la capilla de la antigua casa de formación se celebran las eucaristías dominicales. Sant Cugat ofrece todos los servicios necesarios para los peregrinos. Oficina de turismo, Plaça d’Octavià, 10, tel: 936 759 952.

BARCELONA

Como se puede imaginar, la visita a la Barcelona Ignaciana es un atractivo especial para el peregrino. En la pestaña de la AUTOBIOGRAFIA se puede encontrar una guía completa.

Mucho hay que decir de la gran ciudad, con más de 1,6 millones de habitantes. En las oficinas de turismo de la ciudad la información es abundante. El peregrino habrá oído hablar del arte modernista en la ciudad, con las obras de Antonio Gaudí (†1926), de Domènech i Montaner (†1923) o de Puig i Cadafalch (†1956); de la imprescindible visita al Museo Miró o al Museo Picasso; del museo de la ciudad romana y medieval o de los restos del barrio del Born, atacado por las tropas borbónicas en 1714; de la impresionante catedral gótica de Barcelona, con la estatua de Santa Elena en lo alto que protege a la ciudad, como lo hizo con su hijo el emperador romano Constantino; y de las playas, recuperadas para la ciudad desde que fue sede olímpica en 1992, los restaurantes y bares que se ofrecen generosamente por todas las calles y ramblas de la ciudad, con los conocidos mercados de La Boqueria o de Santa Caterina, en el casco antiguo. En fin, no vale la pena seguir hablando: el peregrino encontrará mucha más información por su propia cuenta, visitando páginas web y oficinas de turismo. Cultura y ocio permiten al visitante pasar muchos días en esta ciudad capital.

Una buena forma de acabar la visita ignaciana a la ciudad es ir a comer o cenar al Restaurante Núria, muy cerca de la Plaza Cataluña: tienen un menú especial para los peregrinos, de paella de marisco, que vale la pena. Hay que presentar la credencial del peregrino y pedir que pongan un sello. Restaurante Núria, Rambla de Canaletes, 133, tel: 933 023 847. Oficina de turismo, Plaza de Sant Jaume, Carrer de la Ciutat, 2, tel: 932 853 834. Oficina de turismo, La Rambla, 120, tel: 663 654 994.

Anotaciones: Llegando a Barcelona, seguimos pidiendo la oración preparatoria: que todo en nuestra vida, todas nuestras acciones, intenciones y operaciones, se ordenen al Amor y el Servicio de todas las personas y la naturaleza. Mantenemos el mismo ánimo alegre de los últimos días, porque cada vez más nos unimos a Jesucristo en su propia peregrinación, ahora por el mundo.

Petición: Ruego a Dios poder alegrarme profundamente con Cristo resucitado, ahora que nos unimos a los discípulos para servir a su misión. Pido a Cristo que me haga capaz de reconocerle en mi vida, y de acompañarle en su misión de reconciliación y de amor.

Reflexiones: La gran ciudad. Llegamos a Barcelona cruzando la sierra de Collcerola, con la montaña del Tibidabo como punto más alto. Tibidabo significa “Todo te lo daré”, que son las palabras que el Tentador le dice a Jesús. Los ídolos del mundo están en lo cotidiano: idolatrar el dinero, idolatrar la seguridad, idolatrar la vida confortable, idolatrar la tecnología, idolatrar la salud, idolatrar el gimnasio… “Si me adoras – nos dicen los anuncios de la televisión – te concederé lo que estás deseando”. Un mundo falso, de tentaciones.

Caminamos hacia una ciudad de casi dos millones de habitantes. Un mundo que nos puede parecer inhóspito. Una realidad que no coincide con la vida que hace semanas que hemos intentado vivir. Tal vez ahora afloren tentaciones de olvido, de creer que todo ha sido solo una experiencia bonita, pero que ahora hay que poner los pies en el suelo y vivir la vida. Tal vez lleguemos a la gran ciudad cansados y debilitados, con ganas de acabar y, por tanto, sin buena disposición interior. Hemos de permanecer alerta, porque el tentador es esa voz que no calla en nuestro interior y que siempre quiere salirse con la suya, llevándonos al terreno del cómodo egoísmo en el que nos parece que los sacrificios son inútiles. Tal vez en nuestro interior surge de nuevo esas voces críticas que nos disminuyen o que prejuzgan a los otros y que nos llevan a desconfiar.

¿Cómo me dispongo a mi vuelta a la vida rutinaria, cuando acabe mi peregrinación? ¿Qué hay en la vida cotidiana, en las relaciones, en los hábitos adquiridos… que tal vez sería bueno cambiar? ¿Qué creo que voy a encontrar en mi vuelta a casa?

Textos:

Lucas 4,1-14. La tentación de Jesús en el desierto nos enseña la importancia de la resistencia y la fidelidad a Dios. Después de 40 días de peregrinación en el desierto, a pesar de estar físicamente débil, Jesús no cedió a las tentaciones del tentador, mostrando que la fortaleza espiritual y la confianza en la palabra de Dios son esenciales para superar las pruebas. ¿Cómo me voy a mantener yo cerca de Jesús?

Santiago 1,12-14. La tentación no proviene de Dios, sino de nuestros propios deseos, y debemos ser conscientes de nuestras debilidades. La tentación es buena, porque pone a prueba nuestra fe y perseverancia. Aquellos que resisten la tentación conocen la vida eterna.

1 Corintios 10,12-14. Necesitamos vivir con atención, porque el tentador nos invita a la idolatría, de todo tipo. No estamos solos en nuestras tentaciones; otros han enfrentado y superado desafíos similares. Dios es fiel y no permitirá que seamos tentados más allá de nuestras capacidades, siempre proporcionando una salida para que podamos resistir.

Génesis 3,1-6. La historia de Adán y Eva nos enseña sobre las consecuencias de alejarse de Dios, de ocultarse frente a Él. La serpiente representa la tentación que puede parecer atractiva, pero lleva a la perdición: desear ser dioses – como dice el texto – comiendo una manzana o tomando una pastilla o autoproclamándonos dioses, no puede acabar sino en dictadura y opresión del débil, que no ha podido autoproclamarse dios. Subraya la importancia de no dejarse engañar por las apariencias.

Salmo 119,11. Este versículo destaca la importancia de internalizar la palabra de Dios – en nuestros corazones – para resistir la tentación. Guardar los dichos de Dios en nuestro corazón nos ayuda a mantenernos firmes en nuestra fe.

Coloquio final: Caminamos y hablamos con nuestro amigo y señor Jesucristo. Hablamos confiadamente con Él, que conoció bien las tentaciones. Pide que te acompañe también en tu vuelta a casa, venciendo todas las tentaciones, para así construir el Reino de Dios. Acabar con el Padre Nuestro.

IÑIGO EN BARCELONA

Vamos ya acabando nuestro andar por el Camino Ignaciano. Para concluir con la Barcelona Ignaciana, justo es ofrecer al peregrino una sucinta guía de la visita ignaciana, para que pueda seguir con cierto detalle y a su propio aire un recorrido por el barrio de Ignacio en Barcelona. Vayamos por puntos, describiendo un itinerario breve por la ciudad. Se puede consultar la visita Barcelona ignaciana completa en San Ignacio en Barcelona.

Barcelona tiene considerable importancia en la vida de san Ignacio. Tras su larga estancia en Manresa, pasó unas semanas en Barcelona para preparar la continuación de su viaje hacia Tierra Santa. La odisea de Ignacio no se interrumpe aquí: zarpó de Barcelona camino de Roma y de Tierra Santa. Cuando los frailes franciscanos, que supervisaban a los peregrinos en Tierra Santa, le hicieron volver al cabo de tan solo tres semanas, Ignacio se encontró de regreso en Barcelona, donde realizó dos años de estudios básicos de gramática latina. En conjunto, Ignacio visitó Barcelona en cinco ocasiones, y en la ciudad hizo muchos amigos y encontró familias benefactoras que le ayudaron abundosamente en sus años de estudio y en los inicios de la Compañía de Jesús. Por ello escribía: «Me parece, y no dudo, que más cargo y deuda tengo a esa población de Barcelona que a ningún otro pueblo de esta vida».

Hay muchos lugares ignacianos en Barcelona. En la visita hemos de tener presente que la Barcelona de Ignacio tenía un número de habitantes que rondaba los treinta y cinco mil, en vez del millón seiscientos mil de hoy. La ciudad tenía su centro en lo que hoy se denomina Barri Gòtic. Puesto que pasó más de dos años en Barcelona, podemos dar por sentado que Ignacio recorrería la mayor parte de las calles de la antigua ciudad. Andando por el barrio de la Ribera, un centro económico de la ciudad en su tiempo, junto a Santa María del Mar, o por el barrio Gótico, nos podemos empapar de la atmósfera del lugar, que mantiene muchos de los edificios y calles del 1500. La puerta de acceso a la amurallada ciudad medieval estaba en la plaza de Sant Agustí Vell, donde desemboca la calle del Portal Nou. Ignacio seguramente se detendría en la capilla de Marcús (del siglo XII, en la confluencia de las calles Carders y Montcada), en la que los viajeros veneraban una imagen de la Madre de Dios de la Guía.

En paralelo a la vía Laietana transcurre una calle pequeña y corta, llamada calle de Sant Ignasi. En tiempos de Ignacio, Inés Pascual, su gran amiga y benefactora manresana, vivía en una casa que se alzaba allí donde la calle de Sant Ignasi queda cortada por la calle Princesa. La casa fue derruida al construir la nueva calle. Ignacio estudió latín con un maestro llamado Jeroni Ardèvol, quien vivía en el distrito de la Ribera, en la calle dels Mirallers. La basílica de Santa María del Mar (siglo XIV) es otro importante lugar ignaciano. Junto a la puerta lateral izquierda hay una capilla dedicada a san Ignacio y, allí mismo, una placa que recuerda el lugar donde el santo solía pedir limosna. Otra iglesia importante es la basílica de los Santos Mártires Justo y Pastor, donde a Ignacio le gustaba sentarse, a menudo en compañía de niños, a escuchar los sermones de los franciscanos. En esta basílica, su devoción atrajo la atención de Isabel Roser, quien con el tiempo se convirtió en una buena amiga e importante benefactora. Su casa estaba enfrente de la basílica, en el edificio que tiene motivos florales en la fachada. Otros lugares ignacianos pueden señalarse en la ciudad, pero destacamos tan solo uno más. En la calle Casp, 27, se encuentra la iglesia jesuita del Sagrado Corazón. En el altar dedicado a san Ignacio puede verse la espada que Ignacio ofreció a la Moreneta en el santuario de Montserrat.

Los peregrinos pueden seguir poniendo sellos en su credencial en muchos de estos lugares ignacianos. La casa central de los jesuitas se encuentra en la calle Roger de Llúria 13. Consultar horario de apertura en el Tel: 933 012 350.