Hecho acaecido en marzo de 1522, recogido por San Ignacio en su Autobiografía (Cap. 2,15-16), relatada al final de su vida, para mostrar “cuan ciego aún estaba” (Aut 14) en las cosas de Dios.
[Según la investigación del P. Plazaola, sj., se produjo aquí, en este Camino Real, en la bifurcación hacia el pueblo de Pedrola].
Íñigo acababa de iniciar su vida de peregrino y haciendo el camino entre Azpeitia-Loyola y Manresa, se encontró con un musulmán. Empezaron a hablar sobre la virginidad de María. Si bien el musulmán –como todos los musulmanes- creía que lo era antes del parto, ponía dificultades a que María continuara siendo virgen después de él. Íñigo trató de convencerlo. La conversación se acaloraba y sintiendo la actitud agresiva de Íñigo, el musulmán se desvió hacia Pedrola. El Peregrino quedó con la duda de si no había defendido suficientemente el honor de María, y se preguntaba si no había de “darle de puñaladas” (Aut 15). Rehízo el camino y al llegar a la bifurcación, contuvo su ira, dejando que fuese Dios, a través de su mula, quien decidiese sobre la suerte del musulmán. Con las riendas sueltas, la mula no tomó el camino de la bifurcación, aunque era más ancho, sino que siguió por el camino real. La decisión de la mula salvó la vida del musulmán y a Íñigo de su propia indignación. ¡Cuánto había de aprender todavía el Peregrino para deponer sus armas y cuánto camino nos queda a todos para no exterminar a los que no piensan o no creen como nosotros!
2022, 500 años del Camino Ignaciano.