Manresa
Ignacio de Loyola permaneció casi un año en Manresa (1522-23). Llegaba de Montserrat donde su radical cambio de vida se materializó en dos signos: se desprendió de sus vestidos nobiliarios y de la espada, asociada a la violencia y la fuerza, en una memorable vigilia ante la Virgen Negra del Santuario.
Su estancia en Manresa fue decisiva. Se consolidó allí su propósito y aprendió casi todo lo referente a la vida espiritual y al seguimiento de Jesús. Así lo confesó en su vejez cuando, presionado por los compañeros, contó lo que lo que le aconteció en aquel tiempo. Recordaba que una vez, yendo a la iglesia de San Pablo por el camino del río Cardoner (Cardener, en catalán) se sentó mirando al río; entonces se le “abrieron los ojos del entendimiento y entendió y conoció muchas cosas, tanto de tipo espiritual, como de fe y de letras; le parecían todas las cosas nuevas, como si fuera otro hombre y tuviese otro intelecto.” Añade que “a lo largo de todo el transcurso de su vida, aunque reuniera todas las ayudas recibidas de Dios y todas las cosas aprendidas, no le parecía haber alcanzado tanto como lo hizo aquella vez.”
Sus once meses en Manresa fueron para san Ignacio de una importancia capital. Hasta el punto que, con fundamento, se habla de ella como cuna de la espiritualidad ignaciana y fundamento de su posterior obra intelectual, social, pedagógica, cultural, etc.
Te invitamos a entrar en la web del ayuntamiento de Manresa para informarte de esta gran ciudad y en la web de La Cova de Manresa, en la que encontrarás toda la información de la Manresa ignaciana. Santuario tel: 938 751 579.