Lentamente, siempre lentamente, todavía puedes cambiar tu vida: En la peregrinación de Ignacio de Loyola, el antepasado de los jesuitas, desde el País Vasco a Barcelona.
Poliki, poliki» es la palabra vasca que más suena en nuestros oídos en nuestra peregrinación, «despacio, siempre despacio, adelante». Porque este camino de setecientos kilómetros, que hace quinientos años recorrió Ignacio de Loyola montado en una mula, hay que recorrerlo con tranquilidad.
La peregrinación ignaciana comienza en Loyola, y nos acompañará el padre jesuita Josep Lluis Iriberri hasta el final en Barcelona. Él mismo instaló el camino, atornilló las señales con el símbolo del sol radiante y lo ha recorrido muchas veces desde 2010.
Leer el artículo de Ruthard Stablein (en el Frankfurter Allgemeine)