Los peregrinos ignacianos pueden descubrir en Manresa el nuevo espacio ignaciano que recupera una parte del claustro del convento de Santo Domingo en el que San Ignacio vivió y pasó muchas horas de conflicto personal, en su búsqueda de la verdad y la paz interior. Se ha inaugurado una bella escultura que representa una puerta que se abre a los que buscan la verdad con la humildad que caracterizó a Ignacio. Junto con las manos y el cuenco para recibir la comida, esta escultura es todo un símbolo de acogida fraterna a los peregrinos a su llegada a la ciudad ignaciana.