Una invitación llegó de parte de sus formadores: si deseaban unirse para vivir juntos la experiencia de su retiro de renovación de votos, haciendo el Camino Ignaciano en junio 2022, siguiendo el Año Jubilar de los 500 años, sería una posibilidad abierta para ellos. Se trataba de los jóvenes sacerdotes jesuitas de la provincia Sur-Central de USA. Algunos de ellos dispersos en otros países, acabando estudios de doctorado, aceptaron la convocatoria. En total 10 de ellos se encontraron en Loyola a finales de junio para empezar una peregrinación que acabarían en Roma, ya en el mes de julio. Jesuitas que conocen bien la vida de San Ignacio, pero que para algunos de ellos era la primera vez que se encontraban en los lugares ignacianos en España. Fueron días de descubrimiento y crecimiento personal. Eucaristía diaria, celebrada en lugares muy significativos para ellos, como la Capilla de la Conversión de Ignacio, donde renovaron sus compromisos como jesuitas, o como los santuarios de Javier (no en el trazado del Camino Ignaciano, pero sí dentro de las posibilidades de acercarse si se cuenta con un medio de transporte privado) y de San Pedro Claver (este sí dentro del Camino, en Verdú). Por supuesto la visita y celebración de la eucaristía en la capilla de la Virgen de Montserrat y en La Cueva de San Ignacio, Manresa, fueron broches de oro a toda la experiencia. De nuevo el calor de este verano obligó a madrugar en extremo, como saliendo de Montserrat a las 5:30h. Por otro lado, también hubo que aceptar el caminar bajo el sol en las etapas largas o en aquellas en las que llegar demasiado pronto a un pueblo les impedía entrar en la iglesia para visitarla, como la de Tárrega, que bien vale la pena con sus bellas pinturas al fresco. El paisaje, las comidas, el caminar compartido, las meditaciones… todo llevo a experimentaren profundidad la gracia del Camino: recomenzar la propia vida. Aunque ya sabían todo de Ignacio, vivir con calma el camino, ayudó a reformular muchas cosas, hasta el punto de confesar uno de ellos “Necesitaba esta experiencia: me siento un hombre nuevo. Vuelvo a empezar” Otro confesaba que la peregrinación le había ayudado a volver a sus raíces ignacianas después de cierto tiempo de sequedad espiritual. A lo largo del Camino, se recogieron palabras de sabiduría y de ánimo para seguir adelante, que se aplican a la vida cotidiana una vez en casa. Acompañados por el P. Iriberri sj. los peregrinos experimentaron la gracia de ser “Amigos en el Señor” como deseaba San Ignacio.
Acabada la experiencia, la dispersión de destinos se materializa de nuevo y el grupo se separa, pero queda el compromiso de seguir caminando interiormente y de mantenerse unidos en la oración, hasta que el Señor les vuelva a reunir, ¡tal vez en el Camino Ignaciano de nuevo!