Egun on! Después de 6 días de bicicleta, Dani, Jose, Julián y Jose Luis, amigos del País Vasco, llegaron a Manresa, a La Cova de San Ignacio, el 23 de mayo. Sabemos que todos venían de Amorabieta, excepto José Luis, así que si te pones en contacto con nosotros, ¡pues también te pondremos tu origen! Han hecho el recorrido con bicicletas de montaña pero ruedas de carretera. Algunos de ellos ya tenían experiencia del Camino de Santiago y deseaban experimentar una nueva peregrinación, así que cuando les hablaron en Loyola del Camino Ignaciano no se lo pensaron dos veces.
José Luis nos dice que él se sentía muy novato y que le daba respeto la aventura, pero confiaba en sus compañeros. Pensaba que acabaría mal, demasiado cansado, pero está contento de haber aguantado muy bien todo el recorrido. “Estoy muy contento y me lo he pasado muy bien. Dejamos a un compañero por enfermedad en el último momento, así que volveremos otra vez seguro.” Julián nos dice: “Los primeros días son cansados, porque las subidas son fuertes. Pero el paisaje es precioso. Y en este tiempo de primavera todo es verde… una gozada. Y además inauguramos un nuevo refugio en Salvatierra, que está a tan solo 5 km del Camino Ignaciano, así que en bicicleta es una distancia muy asumible.” No se quedaron en el nuevo refugio de Verdú, porque no sabían que estaba ya abierto. Pero a pesar de los nuevos refugios, Jose apunta que hay todavía pocos y también que hay que mejorar la señalización, sobre todo si vas en bicicleta, porque vas rápido y a veces pasas de largo las señales. Además, en ciertos lugares te encuentras con que el camino queda cortado por señales de “prohibido bicicletas” y has de encontrar otra carretera para circular, sobre todo si llevas rueda de carretera y no quieres meterte por caminos de tierra o piedra suelta.
Una peregrinación muy provechosa aunque, eso sí, sin juergas nocturnas: cada día a las 10 a la cama, nos comenta Julián. Y es que para hacer los 650 km en 6 días hay que vigilar el cuerpo. Salud y bienestar espiritual son los objetivos de esta peregrinación que iniciaron en Loyola. Impresionados por la Cueva de Ignacio en Manresa, se hacen una foto en tan simbólico lugar. “Dijimos que queríamos venir y lo hemos hecho. Estamos contentos.”
Nos dicen que a lo largo del Camino Ignaciano hay mucho desconocimiento de la peregrinación. En pueblos y ciudades no conocen que están dentro de la ruta y no te saben responder sobre dónde se encuentra la salida del pueblo para seguir. Hay que dar más información. También dicen que sería bueno poner placas, baldosas con el logo del Camino Ignaciano, para saber por dónde ir. Así y todo, a pesar del desconocimiento, dicen que hay mucha conciencia de solidaridad con el peregrino: en un pequeño pueblo de Euskadi se reventó un neumático. Había que cambiar todo. Un joven se les acercó para ayudar y se ofreció a llevarlos con su coche hasta un lugar dónde repararlo. Quedaron gratamente impresionados.
Su plan: se quedaran un día en Manresa, para visitar la ciudad y el Santuario de San Ignacio, y enviar con SEUR las bicicletas de vuelta a casa. Una vez liberados de la carga, se llegaran hasta Barcelona, visitando la ciudad y tomando el bus de vuelta al País Vasco.
Bueno pues, Agur y ¡Buen Camino peregrinos!