“¡Ve a tener tu aventura!”

La aventura fue física, social, emocional y espiritual. Físicamente descubrí la increíble belleza natural de lugares que nunca había visto antes y superé las exigencias a las que sometí a mi cuerpo.  El aspecto social me permitió establecer vínculos con un grupo fantástico de personas mientras recorríamos el Camino y compartíamos la carga de superar los retos que nos imponíamos, física y espiritualmente. La aventura espiritual consistió en descubrir la voz de Dios en el silencio de nuestras dos horas de meditación por la mañana; y llegar a una comprensión profunda de San Ignacio mientras hacíamos “el camino”.

Cuando pensé por primera vez en inscribirme en la peregrinación, mis hijos adultos me dijeron…

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